Todo en Todas Partes al Mismo Tiempo es una película llena de esplendor visual y plagada de aspiraciones filosóficas. También es de lo mejor en lo que va del año y uno de los mejores tiempos que he tenido en una sala de cine.
Todo
La vida de Evelyn Wang -una inmigrante China que, junto con su esposo, es dueña de una lavandería- es lejos de ideal; su hija es cada vez más distante, su frío y moribundo padre está de visita, su matrimonio se está cayendo a pedazos y, lo peor de todo, está siendo investigada por parte de una de las instituciones más terribles y temidas del cosmos: Hacienda.
Sin embargo, un día, Evelyn recibe una visita inesperada, su esposo, pero no es su esposo, sino una versión de él, en otro universo, conocida como Alpha Waymond. Alpha Waymond le explica a Evelyn que ella es la clave para salvar al multiverso de un ser conocido como Jobu Tupaki. Describir más de la trama de esta inusual, pero espectacular película, parece como un enfoque inadecuado, no solo porque es mejor experimentarla con la menor información posible, además porque el verdadero disfrute de Todo en Todas Partes Al Mismo Tiempo no está en su trama, está en la experiencia como tal.
En Todas Partes
¿Cómo iniciar a hablar de esta película? ¿Cómo describirla? Quizá lo mejore sea iniciar desde un punto de vista técnico, el arte de hacer cine como tal, en este aspecto, la película es un festín visual, plagado de ideas visuales innovadoras, todas perfectamente ejecutadas. Aquí, al igual que Wes Anderson con French Dispatch, el dueto de directores conocido como Daniels (compuesto por Dan Kwan y Daniel Scheinert) parecen estar libres de cualquier formalismo estricto, es decir, la película no está sujeta a una forma ni a un estilo en específico, cambiando entre diferentes relaciones de aspecto, live-action y animación, celuloide y digital, diferentes tonos, diferentes estilos y géneros, Todo en Todas Partes cambia de género y de tono con una increíble facilidad, pasando de la acción a la comedia al drama en cuestión de segundos e inclusive en la misma secuencia. No es una exageración al decir que, al experimentar esta película, uno puede sentir todo al mismo tiempo. Aquí también se debe de reconocer el brillante trabajo de la edición, hilando ideas, tramas, subtramas, y metáforas visuales, géneros y tonos a través de un multiverso de historias. Al final, todo se siente como un paquete completo y congruente y es gracias, en gran medida, a la magnífica edición.
Por lo que respecta a las actuaciones, Michelle Yeoh -una leyenda del cine de acción en su propio derecho- entrega una increíble actuación como Evelyn, no solo por los múltiples papeles que interpreta y la fisicalidad que el papel exige, sino por lo matizada que es su actuación. Yeoh es convincente tanto como una madre preocupada por el futuro de su hija, como una maestra de artes marciales, y una chef profesional capaz de hacer girar un huevo sobre una espátula. Esta es una película con ambiciones temáticas exhorbitantes, y Michelle Yeoh es el tejido que la mantiene unida. Afortunadamente, el resto del elenco está a la altura de la fenomenal actuación de Yeoh. Desde Ke Huy Quan (quien interpretó a Short Round en Indiana Jones y El Templo de la Perdición hace todos esos años) como Waymond Wang el bonachón esposo de Evelyn, y Jamie Lee Curtis quien entrega una interpretación francamente audaz en un papel inesperado; finalmente, también es destacable Stepahnie Hsu como Joy Wang, hija de Evelyn, quien siente que no tiene un lugar en su familia, y menos en el mundo, una decepción constante, la brecha entre ella y su madre parece crecer día con día.
Francamente, podría pasarme todo el día hablando sobre las proezas técnicas de esta película, el ritmo con el que danzan las imágenes y las escenas, la impresionante coreografía de las múltiples secuencias de acción, y el fenomenal diseño de sonido. Pero todos estos elementos técnicos están en servicio de los temas que los cineastas quieren tratar, y vaya que tienen algo importante que decir con esta película.
Al Mismo Tiempo
Daniels habían explorado en su previa película, Swiss Army Man, algunos de los temas que aquí tocan. En aquella previa entrega, al igual que en Todo en Todas Partes al Mismo Tiempo, usan elementos ridículos -en el caso de Swiss Army Man es el cadáver flatulento interpretado por Daniel Radcliff- para explorar temas verdaderamente serios, como la depresión, la misantropía y el nihilismo. La película danza entre la delgada línea de lo profano y lo sagrado, lo espiritualmente enriquecedor y lo vulgarmente infantil. Es un baile complicado, pero bien logrado, con el tipo de facilidad que solo se logra con un tremendo esfuerzo y talento. Es precisamente en este acercamiento a temas serios por medio de mecanismos y situaciones ridículas y burdas donde radica el verdadero genio de la película. Estos elementos desarman cualquier barrera de cinismo que la audiencia pueda tener, para abrirse honestamente a sus verdaderas aspiraciones filosóficas y su profundo y emocional mensaje. Es un truco que parece barato a simple vista, pero que requiere de un increíble esfuerzo para ser ejecutado de manera efectiva y, sobretodo, requiere absoluta honestidad de parte del cineasta; el surrealismo y vulgar infantilismo de muchas de las secuencias de Todo En Todas Partes Al Mismo Tiempo solo funcionan por el honesto y genuino acercamiento a su temática.
Al respecto, uno de los temas que aborda Todo en Todas Partes es la frustración que viene acompañada de una vida ordinaria, hoy en día especialmente pareciera que llevar una vida ordinaria y simple es uno de los peores destinos que podemos sufrir. Una vida común es rara vez lo que se presume en redes sociales, nadie comparte una historia en instagram de cuando está atorado en el tráfico, saliendo de su trabajo ordinario, cansado y añorando llegar a casa para dormir y repetir su rutina al día siguiente. Dudo que haya algún Tik Tok de alguien yendo al súper un lunes por la noche porque no tiene comida para la semana. No, se comparte lo importante, lo grande, los viajes, los lujos, lo sexy y fuera de lo ordinario. Lo ordinario y francamente aburrido son los pecados capitales de la vida moderna. Este tema es explorado en la película a través de la ordinaria vida de Evelyn, la dueña de una lavandería, quien ha sufrido miles de rechazos y cuenta con montañas de sueños frustrados, quien, al echar un vistazo a las diferentes versiones de ella, queda decepcionada con su aburrida existencia. ¿Qué pasaría si pudieras ver todas las versiones de ti? ¿Cómo te compararías? ¿Qué harías si te enteraras que eres la peor versión que puede haber de ti? ¿Cómo te sentirías? Si ahorita estás decepcionado con tu vida, deberías de ver lo que las otras versiones de ti han logrado. “Deberías de ver mi vida sin ti” Evelyn le dice a su esposo, en un momento que es hilarante y a la vez descorazonador.
Todo en Todas Partes es, además, una exploración del existencialismo. La antagonista, Jobu Tupaki, está plagada de preguntas existenciales y es la manifestación encarnada del nihilismo, del abandono del humanismo, una persona que, al experimentar la magnitud del multiverso y lo insignificantes que somos comparados con este, ha llegado a la conclusión de que nada importa. Representa el problema de tener un enfoque meramente racional a la experiencia humana, de lo que sucede cuando nos reducimos a las partes que nos componen: piel, órganos, huesos, compuestos de moléculas y células, compuestas, a su vez, por átomos. Nada especial, una simple conglomeración de átomos, unidos al azar por un universo en caos.
En muchas formas, esta película parece una respuesta a los tiempos que estamos viviendo, saliendo de una pandemia que nos aisló físicamente, obligándonos a separarnos de los demás y que nos demostró como, aún en los peores momentos, parecemos no lograr unirnos en un objetivo común. También, es una película hecha para una generación atorada en crisis económicas y humanitarias, donde la probabilidad de un cataclismo global ocasionado por el cambio climático parece inevitable; es imposible no sentirse como Jobu Tupaki, donde la única respuesta ante estas adversidades el cinismo, el nihilismo, la misantropía. ¿Qué ventaja tiene ser honesto si el resto del mundo es cínico? ¿Por qué amar si el amor solo es un proceso químico generado por nuestro cerebro para la proliferación de nuestra especie? ¿Por qué preocuparse por algo cuando nada importa?. Es aquí donde Todo en Todas Partes Al Mismo Tiempo ofrece un refrescante y valiente argumento en contra, y es que, en especial en estos momentos, nuestra verdadera fuerza como especie está (y siempre ha estado) en la empatía, en ese lazo invisible que nos une que es prácticamente imposible de describir por medio de palabras, pero cuya presencia es innegable y es más poderoso que el acero más fuerte. Quizá, solo quizá, los misterios más grandes del universo no pueden ser comprendidos de una manera cien por ciento racional, quizá las verdades más grandes del universo solo le pueden ser reveladas al corazón. Por esto, considero que la simple existencia de trabajos de arte como este es importante, por lo general no me gusta catalogar a ciertas películas como “esenciales”, soy de la creencia de que cualquier película puede ser esencial para una persona en el momento adecuado. Pero, si me permiten la hipocresía, aunque no considero que esta película sea "esencial" por lo menos la categorizaré como "importante", es importante ver esta película y es vital experimentarla en comunidad, pues, al igual que Top Gun: Maverick, Todo en Todas Partes Al Mismo Tiempo es un fuerte proponente de la importancia de experimentar una película en una sala de cine. A diferencia de Top Gun: Maverick, donde el atractivo principal está en el espectáculo, aquí, la fortaleza recae en poder compartir la experiencia con una audiencia, para sentir como se propaga esa energía, ese lazo invisible que nos une, aquella fuerza capaz de trascender el tiempo y el espacio, algo muy parecido al amor.
Título Original: Everything Everywhere All At Once.
Dirección: Dan Kwan y Daniel Scheinert.
Guión: Dan Kwan y Daniel Scheinert.
Elenco Principal: Michelle Yeoh, Ke Huy Quan, Stepahnie Hsu, James Hong, Jamie Lee Curtis.
Dirección de Fotografía: Larkin Seiple.
Edición: Paul Rogers.
Diseño de Producción: Jason Kisvarday.
Música: Son Lux.
Año: 2022.
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