La más reciente película de James Cameron lleva más de un mes en salas de cine y está rompiendo varios récords en taquilla, pero ¿es solo un ejercicio vacío en espectáculo, una demostración de tecnología?, o ¿hay algo más, oculto en las aguas azules de Pandora?
Esta no es una reseña de Avatar: El Camino del Agua en el sentido de que no está diseñado para que usted, querido lector, determine si la nueva película de James Cameron vale o no su dinero. El propósito de este pequeño escrito es exponer mi opinión sobre el valor o no que existe en una experiencia como esta.
Todas esas luces bonitas.
El consenso alrededor de esta película parece ser: los efectos especiales son increíbles, pero la historia es simple o mediocre. La película original de Avatar hace más de una década sufrió este mismo criticismo, ambas piezas han sido acusadas de ser no más que un ejercicio vacío en espectáculo, una demostración de tecnología, como si la tecnología estuviera esperando una excusa para ser demostrada a través de esta historia y no al revés, es decir, que la tecnología haya sido desarrollada porque era la única forma en la que la historia podía haber sido contada, que es lo que sucedió. Cameron ha pasado las últimas dos décadas esperando que la tecnología alcance su visión para las primeras dos películas de Avatar. Esta importante hace esta distinción porque no podemos separar la historia de la forma en la que es contada. Frecuentemente en el cine estamos obsesionados con analizar y disecar la “trama” en lugar de la forma en la que esta es contada “cinema”. Muchas veces hablamos de agujeros en la trama, decisiones de personajes o momentos de la historia, pero rara vez discutimos la motivación detrás del movimiento de la cámara, el bloqueo, la cinematografía, el uso de los diferentes lentes para crear una emoción subjetiva o la importancia que tiene el uso de color.
Es por este motivo que es tan importante el trabajo de la gente como Cameron, que está empujando la tecnología para mostrarnos colores nuevos, vivir experiencias que de alguna otra forma no hubiéramos podido experimentar.
Cuando se trata de analizar arte es insensato separar la forma del fondo, pues la forma es fondo, la técnica informa lo que el artista quiere expresar, por lo que de igual forma resulta insensato tratar de separar la proeza tecnológica lograda por James Cameron y su equipo con la historia que quieren contar. Si los efectos especiales no estuvieran a la altura de la historia, sencillamente la película no funcionaría. Un ejemplo, ¿alguna vez se han quedado al fondo de una alberca o la orilla del mar, hipnotizados por el reflejo del agua? ¿Han sentido esa sensación de paz, esa atracción primitiva que transmite el ondulante reflejo, similar a las flamas danzantes en una fogata? James Cameron logra capturar esa sensación con El Camino del Agua, y eso se debe en gran medida a la tecnología, sin los impecables efectos visuales, el mundo se sentiría falso, el hechizo se rompería junto con la inmersión del espectador en la película. De esta manera, los avances tecnológicos logrados por Cameron y su equipo de efectos especiales es similar a un pintor creando nuevos colores para una pintura en específico, o diseñando una brocha nueva para mostrarnos una técnica distinta para pintar. Es por este motivo que es tan importante el trabajo de la gente como Cameron, que están empujando la tecnología para mostrarnos colores nuevos, vivir experiencias que de alguna otra forma no hubiéramos podido experimentar.
Símbolos de empatía.
Habiendo establecido que la técnica de Cameron no debe ser fácilmente ni arbitrariamente descartada, ¿cuál es el motivo? ¿qué es necesaria esta tecnología? ¿qué es lo que quiere decir Cameron con Avatar? Para poder dar respuesta a esta pregunta es necesario realizar un análisis simbólico de ambas películas. El simbolismo principal es la empatía, el mismo título hace referencia a esto, un avatar era el vehículo usado por los dioses cuando querían visitar la tierra, encarnándose en una persona. Los avatares son vehículos de empatía pues nos permiten caminar físicamente en los zapatos de alguien más.
El simbolismo es claro, el lazo es una representación de lo que implica abrir nuestro corazón a alguien más, esperando que pueda entender, más allá de las palabras y el ámbito meramente lógico o racional.
Es en la primera película donde Jake Sully, gracias a su avatar, puede experimentar una cultura diferente, de una raza completamente distinta a la suya, hasta adoptarla como su identidad propia. También encontramos más símbolos de empatía en las trenzas de los na’vi, que les permite experimentar en carne propia las vivencias y conciencias de las demás criaturas de Pandora, incluyendo a la tierra misma. De esta forma, los na’vi crean un lazo no solo físico, sino también metafísico y espiritual. Este lazo es un punto crucial en El Camino del Agua, donde Lo’ak (uno de los hijos de Jake Sully y Neitiry) forma un lazo con un Tulkun exiliado, de nombre Payakan. El acontecimiento es contado de forma brillante por parte de Cameron, en una secuencia fenomenal. Lo’ak ha entablado una amistad con Payakan, el Tulkun exiliado que le salvó su vida. Payakan abre su boca, Lo’ak entra voluntariamente, pero temoroso, las fauces del Tulkun se cierran detrás de él, dejándolo solo en la oscuridad, luego una luz dorada brilla, Payakan extiende su lazo y Lo’ak lo acepta. Esto le permite a Lo’ak experimentar el pasado de Payakan, específicamente los eventos que llevaron a su exilio, Lo’ak vive el dolor de Payakan, pero sobretodo, entiende, más allá de palabras, su aflicción. El simbolismo es claro, el lazo es una representación de lo que implica abrir nuestro corazón a alguien más, esperando que pueda entender, más allá de las palabras y el ámbito meramente lógico o racional. Es decir, que pueda aceptar nuestra otredad.
Esta escena es clave porque considero que aquí se encuentra el corazón de la película, que, como he comentado a lo largo de todo este microanálisis, es un llamado a la empatía, a aceptar la otredad. Que, en un microcosmos significa estar en paz contigo mismo y en tu núcleo social inmediato (casi siempre tu familia) y en un macrocosmos con el medio ambiente y el planeta que habitamos. También, el simbolismo de Avatar no es disimilar a la forma en la que funciona el cine que, parafraseando al crítico Roger Ebert, es una máquina de empatía. El cine nos permite habitar por un par de horas de la vida de alguien más, ver el mundo a través de sus ojos. Desafortunadamente, nosotros no tenemos la misma suerte que los na’vi y el resto de las criaturas de Pandora, no podemos enlazarnos físicamente con los demás y experimentar sus emociones en carne propia, lo mejor que podemos hacer es tratar de entender y cuando no podemos entender, aceptar, aceptar la otredad de los demás, aceptar que el mundo existe más allá de nuestra conciencia y experiencias personales, más allá de lo que conocemos y sabemos, y el cine es parte fundamental en el ejercicio de ese entendimiento.
Sobra decir que amé la más reciente película de James Cameron, me ofreció una experiencia que de otra forma jamás hubiera tenido, y esperemos que el discurso alrededor de esta gran película llegue a ser más allá de: grandes efectos, trama mediocre. Pero, qué opinan ustedes. ¿Les gustó esta película? ¿Consideran que hay valor en esta clase de experiencias?
Me encantó tu análisis, realmente con gran capacidad y sensibilidad para percibir los detalles y transmitirlos. Gracias
Me encantó la película! Como siempre mi querido Alquimista, pones las palabras perfectas a lo que la película me hizo sentir.
Justo lo que me me gustaba de avatar era la forma en la que sentían y participaban en la vida. Pero nunca se me ocurrió que era la empatía. Ahora que lo explicas es muy obvio.
Muchas gracias por tus análisis.
A